La Extraña Sensación Que Te Atrae A Caminar Por Las Vías Del Tren
Un día, caminaba por la concurrida avenida donde los estudiantes de MIT y HARVARD se cruzan con frecuencia (Central Square), a veces para ir de compras en las tiendas exóticas, o simplemente para pasar el rato en un restaurante con mesas al aire libre.
Multitudes de personas bajando hacia el metro, otras sólo de paso, y los habituales indigentes pidiendo limosna. Todos ocupados en sus propios asuntos. Mi mente y perspectiva acerca de la vida han cambiado mucho en los últimos días, enormemente desde que comencé a garabatear como escritor. Veo todo a mi alrededor con una mentalidad más racional, pensando en los desafíos, y al mismo tiempo observando la lucha de la humanidad en estos tiempos de pandemia.
Todo el mundo esta tratando de resurgir, evolucionar e incluso adaptarse a la situación actual. Los negocios están tratando de volver a sus horarios regulares, y los estudiantes están tratando de regresar a las clases en vivo. Trabajar con una mascara puesta sigue siendo un martirio, pero todo tiene un final y espero que estés bien.
“Dios no nos trajo hasta aquí para desampararnos a la mitad del camino o para volver atrás.”
Casi llegando a MIT, justo después de Central Square, están estas vías del tren que aparentemente parecen abandonadas, pero nada esta de mas en esta ocupada y costosa ciudad de “Cambridge.” Cuando paso por las vías del tren y veo que no hay peligro de cruzar, observo en la perspectiva de la distancia una gran tranquilidad.
Siento que algo me atrae a dar un paseo en libertad. Un escape de la realidad. “Un paseo en paz por las vías del tren.”
Comencé a observar y escuchar los pajaritos cantando, a los conejitos jugando y las ardillas persiguiéndose unas con otras. Como si llegara a un jardín de fantasía, mi mente comenzó a relajarse redescubriendo una conexión con la naturaleza en medio de un mundo ruidoso. Sentí el deseo de caminar y equilibrarme en un riel y ver hasta dónde podría llegar. Como si caminara en la cuerda floja, equilibrando mis pensamientos con mi cuerpo.
Fue un desafío y se necesita mucha practica para equilibrar el cuerpo con la mente. Es casi como un estado de meditación en el que silenciamos nuestros pensamientos para alcanzar una interconexión entre cuerpo, mente y alma.
Sin embargo la alegría de ver la distancia recorrida me hizo pensar en lo lejos que he llegado en la vida desde que comencé a responsabilizarme de mis acciones.
Aprendi algo muy importante;
“No puedo controlar las fluctuaciones de la vida, pero si puedo prevenirme y responder a los cambios.“
Ahora mi imaginación estaba tomando el control. Vi un pasado borroso donde tomé decisiones basadas en alimentar mis emociones. Mi alegría por la vida desapareció al perseguir puro placer y diversión (detrás del alcohol) que me estaba llevando por el camino a la destrucción. Todo lo que encontré fue un estilo de vida descarrilado, pero nadie es perfecto, y gracias a Dios que encontré una salida del camino que llevaba. Ahora disfruto aprendiendo a mantener el equilibrio “en los rieles de la vida.”
Levante la mirada y vi a lo lejos un viaje sin fin. Las vías del tren se perdían en la distancia. Parecía que cada decisión favorable que tomaba en la vida, y cada paso que daba hacia adelante en el riel, me estaba llevando a disfrutar de una vida fructífera. Hasta creía que escuchaba a los pájaritos animando mi progreso, y eso me alegraba e importaba mucho. A partir de ahora no busco la aprobación de otros. Me di cuenta que nadie es perfecto, y que errar es de humanos.
“Quien es quién, para juzgar a otros.”
De repente, me di la vuelta y vi con gozo la gran distancia recorrida. Llegué a una intersección donde hay una salida a la calle a mi derecha, y un parque al lado izquierdo.
Tengo muchos recuerdos de ese lugar. Era donde me juntaba con los camaradas de la calle para beber y drogarme. Vi a personas morir de sobredosis y alcoholismo, pero yo estaba demasiado ciego por el vicio que no me daba cuenta del destino que me esperaba. Hoy me doy cuenta en mi camino a la recuperación que a veces el pasado quiere hacerte retroceder. Esos son los momentos perfectos para recordarme a mí mismo: “He llegado demasiado lejos para dar marcha atrás.” Utilizo esos momentos de desesperación como combustible para seguir adelante en la vida.
“Me di cuenta de que estaba jugando con fuego. La vida desenfrenada sabe mejor que una llena de responsabilidades, pero que al final, solo conducen a la calamidad.”
Sin embargo, dar la vuelta de vez en cuando para medir su progreso no es algo malo, siempre y cuando no retrocedas. Mirando hacia adelante de nuevo, me doy cuenta de que aun no he llegado al final de mi destino. Todavía no puedo ver el final de las vías del tren. “Siento que apenas empiezo a vivir.”
Luego miré hacia el lado derecho, una salida a la calle, y me recordó cómo la vida siempre te da una salida. Una oportunidad para reinventar y empezar de nuevo. (Como el Fénix.)
Tomar las decisiones correctas me ayudaron a salir del estilo de vida descarrilado en que me encontraba. Salí de las vías del tren, tomé el camino a la derecha y me reuní con la sociedad. La gente, los carros y aun el rumbo de la vida no se detuvieron para esperarme. Era (Yo) quien se estaba perdiendo lo mejor de “vivir la vida con todo mi potencial, (en sobriedad.)”
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